Xana
By BUDY In Sin categoría On 22 septiembre, 2015
Llega un día, en el que dejas de preocuparte por fin, por la supervivencia de tu hija…porque parece que la cosa se calma, y el riesgo es menos, hay varios factores de peligro, pero están mas o menos controlados, en la realidad y en tu mente.
Entonces, piensas que vas a respirar aliviado, que las cosas serán más fáciles…y no…llega el día en el que te das cuenta de que tu hija, nunca va a ser como los demás..,y ese día…lloras…lloras mas que nunca, porque después de lo que a luchado, si alguien merecía una vida «normal», y no solo normal, sino mRavillosa era ella, porque si alguien a hecho méritos para ganársela a sido ella…pero no, no sabes hasta donde llegará; pero sabes que su vida nunca será normal. Y si, puede que normal este sobrevalorado, y que aun así pueda tener una vida plena y feliz…pero tu solo deseabas que fuera normal. Y que pudiera tener una vida autónoma y libre como el resto…que tuvieras que reñir con ella en la adolescencia porque no te haga caso, o que quiera ponerse un vestido de verano en pleno invierno, o porque no haya hecho los deberes a tiempo…o reír con ella por su primera clase de ballet, o dormir nerviosa el día que se le caiga el primer diente por si se despierta antes de que llegue el ratoncito Pérez…y saber que eso no llegara…pues conlleva muchas lagrimas, y el que diga lo contrario miente. Una cosa es aceptar que tu hijo no va a ser normal, y saber que aun así, puede tener una muy buena vida, pero duele…duele saber que va a tener que pelear el doble para conseguir la mitad, y que no puedes hacer nada mas para ayudarle, que no existen remedios mágicos o milagrosos, solo trabajo…un día y otro día, año tras año, para conseguir al menos las cosas básicas que otros dan por hecho…caminar, hablar, respirar, comer…
Día a día, nos dejamos llevar por el trabajo, la alegría de los avances, y si, a veces la frustración de las trabas o la impotencia de la incomprensión…pero el día que te paras y todos los pensamientos y sentimientos te caen encima como miles de jarros de agua fría…ese día, nada te consuela…a veces tener un hijo con necesidad especiales que nunca va a ser normal, es como un duelo a largo plazo, y encima sin poder permitirte expresarlo, porque tienes la suerte de tenerlo contigo…pero en parte » duelas» cada cosa que ves que no hará…cada palabra que no ha podido decir, y cada paso que no ha dado…
Soy feliz de tenerla a mi lado, mas que nada en el mundo, pero precisamente el saber que es tan especial, y saber lo valiente, fuerte, alegre y luchadora que es hace que duela aun mas que eso sirva para tan poco…
Se, que le quedan muchas sonrisas, y sé, que seguiremos luchando juntas,día tras día, año tras año, y que tiene la suerte de que mucha gente la acompañe en este viaje tan complicado que es la vida…y se que soy muy afortunada de que este a mi lado, y solo le pido a la vida, que le siga dando fuerza para luchar sin rendirse y siempre con una sonrisa. Cada vez que convulsiona…lo único que deseo, es que se despierte a la mañana siguiente y ver que sigue bien, que nada a cambiado y que todo esta bien y tenemos otro día más para luchar, otro día más para buscar sonrisas entre las sombras de la incertidumbre y del dolor, entre las sombras de la frustración y el miedo, y lo mejor, es que normalmente las encontramos…y esas sonrisas…hacen que al menos por ese instante, todo tenga sentido y el mundo parezca un poquito mejor…
Entonces, piensas que vas a respirar aliviado, que las cosas serán más fáciles…y no…llega el día en el que te das cuenta de que tu hija, nunca va a ser como los demás..,y ese día…lloras…lloras mas que nunca, porque después de lo que a luchado, si alguien merecía una vida «normal», y no solo normal, sino mRavillosa era ella, porque si alguien a hecho méritos para ganársela a sido ella…pero no, no sabes hasta donde llegará; pero sabes que su vida nunca será normal. Y si, puede que normal este sobrevalorado, y que aun así pueda tener una vida plena y feliz…pero tu solo deseabas que fuera normal. Y que pudiera tener una vida autónoma y libre como el resto…que tuvieras que reñir con ella en la adolescencia porque no te haga caso, o que quiera ponerse un vestido de verano en pleno invierno, o porque no haya hecho los deberes a tiempo…o reír con ella por su primera clase de ballet, o dormir nerviosa el día que se le caiga el primer diente por si se despierta antes de que llegue el ratoncito Pérez…y saber que eso no llegara…pues conlleva muchas lagrimas, y el que diga lo contrario miente. Una cosa es aceptar que tu hijo no va a ser normal, y saber que aun así, puede tener una muy buena vida, pero duele…duele saber que va a tener que pelear el doble para conseguir la mitad, y que no puedes hacer nada mas para ayudarle, que no existen remedios mágicos o milagrosos, solo trabajo…un día y otro día, año tras año, para conseguir al menos las cosas básicas que otros dan por hecho…caminar, hablar, respirar, comer…
Día a día, nos dejamos llevar por el trabajo, la alegría de los avances, y si, a veces la frustración de las trabas o la impotencia de la incomprensión…pero el día que te paras y todos los pensamientos y sentimientos te caen encima como miles de jarros de agua fría…ese día, nada te consuela…a veces tener un hijo con necesidad especiales que nunca va a ser normal, es como un duelo a largo plazo, y encima sin poder permitirte expresarlo, porque tienes la suerte de tenerlo contigo…pero en parte » duelas» cada cosa que ves que no hará…cada palabra que no ha podido decir, y cada paso que no ha dado…
Soy feliz de tenerla a mi lado, mas que nada en el mundo, pero precisamente el saber que es tan especial, y saber lo valiente, fuerte, alegre y luchadora que es hace que duela aun mas que eso sirva para tan poco…
Se, que le quedan muchas sonrisas, y sé, que seguiremos luchando juntas,día tras día, año tras año, y que tiene la suerte de que mucha gente la acompañe en este viaje tan complicado que es la vida…y se que soy muy afortunada de que este a mi lado, y solo le pido a la vida, que le siga dando fuerza para luchar sin rendirse y siempre con una sonrisa. Cada vez que convulsiona…lo único que deseo, es que se despierte a la mañana siguiente y ver que sigue bien, que nada a cambiado y que todo esta bien y tenemos otro día más para luchar, otro día más para buscar sonrisas entre las sombras de la incertidumbre y del dolor, entre las sombras de la frustración y el miedo, y lo mejor, es que normalmente las encontramos…y esas sonrisas…hacen que al menos por ese instante, todo tenga sentido y el mundo parezca un poquito mejor…
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